domingo, 24 de marzo de 2013

ARGENTINA: UNA ANALOGÍA ENTRE IGLESIA Y ESTADO


Hace 37 años en el país suramericano que se inició siete años de la dictadura militar encabezada por el entonces general Videla. Hoy se cuestiona el papel del Episcopado de ésta nación en éstos oscuros hechos de la historia. Para muchos, se heredó el modelo nacionalcatolicista del Franquismo de España.



John Fredy Nagles Soto
Corp. Júraco
naglesblack@hotamail.com
@NaglesJhon

Hoy, 24 de marzo, se cumplen 37 años del golpe de estado que dio como resultado siete años (1976-1983) de una de las dictaduras más ruines de la Historia Latinoamericana. Uno de sus protagonistas fue el actual Papa de la Iglesia Católica, el argentino Jorge Mario Bergoglio, quien al parecer nunca fue claro frente a su papel como miembro de la Conferencia Episcopal de Argentina en los hechos ocurridos durante el gobierno de la Junta Cívico-militar encabezada por el general Jorge Rafael Videla y el almirante Emilio Massera.

Así lo ha sostenido en sus diferentes trabajos el profesor Martín Obregón, docente en Historia e investigador en la Universidad Nacional de La Plata, Argentina. Sus investigaciones se han centrado en el papel de la Iglesia Católica de Argentina durante el periodo de la dictadura y, sobre ello, en las relaciones entre el llamado nacionalcatolicismo y los derechos humanos en Argentina. Según sus conclusiones, “es posible afirmar que los sectores mayoritarios de la jerarquía católica brindaron su apoyo al régimen militar entre 1976 y 1983, adoptando una posición sumamente moderada ante la violación sistemática de los derechos humanos por parte de las Fuerzas Armadas”.

La controversia 

Estos cuestionamientos inspirados en estudios académicos sobre la historia de Argentina ahora cobran vigencia debido a la elección del arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, como nuevo Pontífice de la Iglesia Católica. Se dice que el religioso, junto con otros capellanes, reconfortaba espiritualmente a los torturadores en los campos de concentración de la dictadura. Mientras eso ocurría en este sector del clérigo, otros sacerdotes y obispos sufrían la persecución y la muerte por sus posiciones contra el gobierno de Videla.   

En este sentido, el Premio Nobel de la Paz de 1980, Adolfo Pérez  Esquivel, trinó en su cuanta de Twitter que el Papa Francisco "no tuvo el coraje suficiente de otros obispos" para denunciar las violaciones a los Derechos Humanos durante la dictadura cívico militar en Argentina”. Si bien aclaró que el clérigo argentino y actual Sumo Pontífice "no fue un cómplice directo de la dictadura", indicó que "le faltó coraje para acompañar la lucha por los Derechos Humanos”.
Según denuncias de la Asociación Madres de la Plaza de Mayo, Jorge Mario Bergoglio, para entonces arzobispo de Buenos Aires, asumió una posición neutral frente a los hechos de la dictadura cívico-militar de Videla.
Por esta razón, hoy en Argentina ven con bastante repudio la escogencia de Bergoglio como Papa de la Iglesia. Así lo manifestó, Inés Vázquez, rectora de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo y una de las que perdió uno de sus hijos durante aquellos tiempos: Dijo que al Papa Francisco “le faltó bendición para proteger a sus sacerdotes jesuitas en la época de la dictadura”, señala la activista en la página Web de la Organización. Inusualmente, Francisco también es el nombre de uno de los sacerdotes jesuitas que, por su tarea, fue desaparecido durante la dictadura, junto a un grupo de jóvenes. “Algunos aparecieron y otros continúan desaparecidos”, aseguró Vázquez.

Por su parte Bergoglio, quien era sacerdote provincial de los jesuitas argentinos (cabeza de la orden en ese país) de 1973 a 1979, dijo haber hecho gestiones ante la Junta para rescatar a mucho de su congregación. Posteriormente en 2010, ya como cardenal, reiteró sobre su papel y el de su congregación en rechazo a las acusaciones que se le indilgan aun hoy. En el libro biográfico ‘El Jesuita’, escrito por los periodistas Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti, explicó: “Nunca creí que estuvieran involucrados en actividades subversivas como sostenían sus perseguidores, y realmente no lo estaban. Pero, por su relación con algunos curas de las villas de emergencia, quedaban demasiado expuestos a la paranoia de la caza de brujas. Como permanecieron en el barrio, Yorio y Jalic fueron secuestrados durante un rastrillaje. La misma noche en que me enteré de su secuestro, comencé a moverme. Cuando dije que estuve dos veces con Videla y dos con Massera fue por el secuestro de ellos”.

Iglesia “progresista” Vs. “tradicionalista”

Durante la década de los años sesenta con el Concilia Vaticano II, la Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano reunida en Medellín, la iglesia en Argentina, una de las más conservadoras y recalcitrantes de América, vio una amenaza en lo que ellos consideraron “el futuro de la iglesia”. Profundizó las tensiones existentes entre los sectores renovadores, partidarios de reformas en la Iglesia, y los sectores tradicionalistas, que se quedarían con la idea que la Iglesia es una “sociedad perfecta”.    

El jesuita Francisco Jalics, uno de los sacerdotes secuestrados por la dictadura argentina siendo Jorge Mario Bergoglio Provincial de Buenos Aires de la orden, dijo estar “en paz” con el hoy Papa Francisco.
Para Emilio Fermín Mignone, abogado, politólogo y quien en la última década ha trabajado en el campo de los derechos humanos en Argentina, el nuevo rumbo adoptado por la Iglesia universal en el Concilio Vaticano II tomó por sorpresa al clero gaucho. Para los sectores progresistas del Catolicismo, el Concilio representaba la consagración de lo que habían impulsado desde comienzos de la década de 1960: “Una iglesia más cercana a la realidad social”. Pero estos cambios no fueron apropiados por los conservadores de la Iglesia Católica en Argentina, explica Emilio Fermín en su libro ‘Iglesia y dictadura: La experiencia argentina’.   

Ya en los años 70, el Clero en Argentina lo que hizo fue adoptar, incluso ya por encima de lo estipulado por el papa Juan Pablo II, la ideología del nacional-catolicismo, una doctrina que establece que el mantenimiento y el avance de la religión en el país no depende de la evangelización sacerdotal, como existiera en una nación laica y de libertad de culto, sino en la obligatoriedad por medio de la legalidad estatal, es decir, que por mandato constitucional, se obligaba a que todo el país debería profesar la misma religión.

Horacio Verbitsky es un periodista argentino que es sus artículos y trabajos ha sostenido los vínculos del Episcopado de su país con la Dictadura, en los que asocia al hoy Papa Francisco con ese oscuro episodio.
En esta apuesta, la escuela cumplía un papel fundamental: La implantación del área de ‘religión’ en el pensum académico de escuelas públicas, la misma ideología conceptuada del Franquismo: “El catolicismo, según este modelo político, forma parte de la nacionalidad y no puede sufrir menoscabo, porque ello significa un ataque a la patria”, resumió en sus conclusiones sobre ello Fernando Urbina, profesor universitario en Madrid, en su artículo ‘Contenido de la ideología nacional–catolicista.


En Colombia, sutilmente se continúa con en éste modelo, donde es la escuela y no la prédica en el púlpito los escenarios para impulsar la religión católica. Así lo afirma Alberto Pinzón Sánchez, antropólogo y ensayista colombiano, quien asegura que, aunque con la Constitución Política en 1991 haya declarado a Colombia como estado laico, con las posturas del “Intocable”, como calificó la Revista Semana al procurador Alejandro Ordoñez, el país viene en un retroceso hacia un “Estado Confesional”. Al parecer, dice, se piensa continuar la historia.

3 comentarios:

Anónimo dijo...



My web blog web page

Anónimo dijo...



my website :: homepage

Anónimo dijo...



My website - webpage