jueves, 20 de junio de 2013

MINERÍA ARTESANAL, UN REBUSQUE ENTRE MIGAJAS

El duro y olvidado panorama vivido por los llamados barequeros en el Huila describe a plenitud la causa por la cual la semana pasada murieron dos de sus colegas en cercanías al municipio de Rivera. Luego de éste episodio, anunciaron que próximo 17 de julio harán un plantón en la Gobernación para que les garanticen sus derechos.  


John Fredy Nagles Soto
Neiva

Apropósito de la muerte, la semana pasada, de Ramiro Barragán Gutiérrez y Jorge Henao, los dos barequeros (mineros artesanales que explotan oro) que perdieron la vida mientras trabajaban en la extracción de material en la mina cercana al municipio de Rivera, hoy quisieron compartir de sus vidas y relatar lo que es sobrevivir en medio de la pobreza y el abandono del Estado. “Mientras la política minero-energética le da garantías a los grandes consorcios, nosotros nos rebuscan entre las migajas que nos dejan”, dicen ellos quienes, a lo largo de sus años, han estudiado con la presión de su situación como es el juego en el escenario político nacional.

De no garantizarles su derecho a existir a estas personas, la tierra que ahora les da la vida mañana le podría traer la muerte.
El temor deambula por la mina luego de la muerte de sus dos colegas. Muchos han preferido irse antes que ésta calamidad se repita. Sin embargo, la dura situación y la falta de oportunidades los empuja a seguir rebuscando entre la tierra el oro que les da sobrevivencia. “Estamos expectantes de que si se aplican las normas como debe ser, a nosotros nos sacarán de acá. Nosotros estamos dispuestos a asumir por nuestra cuenta y riesgo las consecuencias de seguir aquí. Claro está que si las entidades del Gobierno y la sociedad en general nos ofrecen otra oportunidad laboral, que nos garantice el sostenimiento de nuestras familias, nosotros estaríamos dispuestos a salir. De lo contrario, no”, dijo Jorge Eliecer Jaramillo, líder de la Asociación de Barequeros Artesanales del Huila, Abah, organización de la que hacían parte Ramiro Barragán y Jorge Henao.    
Los barequeros aguardaban a que la máquina escarbe la tierra, para luego ellos entrar en acción. Mientras tanto, se divierten un rato jugando triqui, parques o ajedrez. 

Entre el barro sobrellevan la vida

Mientras la gran pala de la máquina perfora la endeble superficie de la tierra que alguna vez fue verde, los barequeros aspiran con tener hoy un polvo de oro.
La máquina prende motores desde las 6 o 6:30 de la mañana todos los días. Y mientras la gran pala de ésta perfora la endeble superficie que alguna vez fue verde, todos esperan. Jorge Eliecer, Rubiela, Pablo Emilio y otros 130 hombres y mujeres, jugando algunos triqui, parques o ajedrez, aguardaban a que la máquina escarbe la tierra, para luego ellos entrar en acción. “A la buena de Dios”, responde Pablo Emilio Guzmán Garzón cuando del futuro y su vida cotidiana se le pregunta. Mientras enciende su cigarro, Pablo, con pesadumbre y nostalgia, explica que, como él, hay centenar de familias que, a su criterio, han sido desplazadas por los avatares de la vida a ser mineros. “A veces hay cien, a veces ochenta, pero ahora hay conmigo como 130 personas que ganamos entre 30 y 40 mil pesos, como también haber días que nada de nada”, dijo.  
Mientras esperan día y noche, los barequeros buscan refugio temporal en campamentos improvisados, los cuales han servido para fortalecer su comunitariedad.
Con pala, barretón y batea, estas familias buscan bajo el lodo y las piedras un granito de oro, por lo que reciben entre 50 y 60 mil pesos por gramo. Jorge Eliecer dice que su situación está por completo en el limbo. “Nuestra organización la integran 315 familias de los municipios de Rivera, Yaguará, Palermo, Hobo, Campoalegre y Neiva que nunca hemos recibido apoyo alguno del gobierno. Por esta razón fue que dos compañeros de nosotros murieron, porque ellos no podían quedarse sin nada”, reclama.

“Ser mujer minera es mas berraco”

Pero sin lugar a dudas, la mujer es a la que le toca más duro. Además de sobrellevar la ya bien dura tarea de extracción mineral, como toda mujer, debe responsabilizarse de la crianza de sus pequeños. Rubiela Gutiérrez Trujillo, barequera artesanal de Neiva, es una de las más de 45 mujeres que les corresponde asistir a sus hijos a la par que van moviendo la batea. Mientras los hijos de Rubiela viven su propio viacrucis diario en el asentamiento Uribe Vélez de la Comuna 10, ella, durante toda la semana, vive su propia travesía en la mina, por lo que los rostros de sus hijos los ve cada ocho días.
Además de sobrellevar la ya bien dura tarea de extracción mineral, a Rubiela Gutiérrez Trujillo como a otras mujeres deben responsabilizarse también de la crianza de sus hijos.

Mientras tanto, ella y sus colegas buscan refugio temporal en campamentos improvisados, los cuales han servido para fortalecer su comunitariedad. Así como a Rubiela, Norma Peralta también día a día, cambió sus sandalias, sus aretes y su maquillaje por botas pantaneras, una desgastada gorra y una careta para la cara. “De día y de noche que se trabaja acá. Aquí muchos traemos hamacas y carpas para esperar, porque no hay otra manera trabajar”, sostiene. Hoy, de no tomarse las medidas pertinentes y garantizarles a estas personas su derecho a existir, la tierra que ahora les da la vida mañana le podría traer la muerte. 

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